Una de las decisiones más difíciles de tomar para familiares y amigos.

Cuando hablamos de entierro o cremación, nos referimos a dos maneras diferentes de disponer del cuerpo de una persona una vez que ésta ha fallecido. En muchos casos, son las personas en vida quienes definen qué tipo de trato se les dará a sus restos. Otras veces, en cambio, son sus familiares o amigos quienes lo deciden en base a cuestiones como el precio, el estilo de servicio, las creencias religiosas, cuestiones prácticas o costumbres familiares.

Entierro

El ritual de enterramiento de cadáveres y los ritos asociados a la muerte han formado parte del día a día de los seres humanos desde hace casi 100.000 años. Esta costumbre, presente en todas las regiones del mundo, se ha asociado a lo largo de la historia a cuestiones culturales y religiosas, pero también prácticas como la protección del cuerpo frente al posible ataque de animales.

En la actualidad, se entiende por entierro al ritual en el que el cuerpo de un difunto se coloca bajo tierra o en un nicho en un ataúd sellado. Para muchas familias, su iglesia habitual posee un cementerio adyacente, y la persona es normalmente enterrada allí. Otras, en cambio, eligen cementerios privados. La inhumación, por su parte, hace referencia al enterramiento en un nicho, normalmente en un camposanto público, aunque también puede tener lugar en un sepulcro privado.

Cremación o incineración

Aunque a veces son utilizados como sinónimos, los términos incineración y cremación no significan lo mismo. Incineración se refiere a un sistema por el que un residuo orgánico, mediante la aplicación de altas temperaturas y un tratamiento térmico adecuado, pasa a convertirse en cenizas debido a la combustión. Cuando hablamos de cremación, en cambio, nos referimos al proceso de reducción del cuerpo humano a cenizas.

De forma más técnica, podríamos definir a la cremación como la combustión, vaporización y oxidación del cuerpo humano a sus componentes químicos básicos, tales como gases, cenizas y fragmentos minerales. En comparación con los ritos de enterramiento, la cremación es un proceso más “reciente”, ya que data de hace al menos 20.000 años.

Una vez que se ha reducido el cuerpo a cenizas, es muy común que los allegados al difunto las preserven, ya sea para tenerlas en sus casas en urnas especialmente creadas para tal fin o para esparcirlas en algún sitio especial, normalmente cumpliendo una voluntad de la persona en vida. Sin embargo, respecto a esto último, es importante siempre tener en cuenta las regulaciones locales o autonómicas que existen al respecto, ya que en muchas zonas está prohibido arrojar cenizas en determinados lugares.

Ventajas del entierro

El entierro o inhumación ofrece una primera ventaja evidente, desde lo emocional, y es que brinda a los familiares y amigos de la persona fallecida la posibilidad de tener un lugar fijo donde acudir para realizar visitas o rendir homenaje.

El inconveniente principal del entierro es la necesidad de tener un espacio físico para depositar el cuerpo, y el coste de éste. Para poder enterrar o inhumar es necesario disponer -ya sea en propiedad o en alquiler- de un nicho, tumba, panteón, o cualquier otro espacio adecuado en el cementerio. Por tanto, implica un coste de compra o de alquiler, hay que pagar un precio por él, y muchas veces implica también un coste de mantenimiento anual o mensual.

Ventajas de la incineración

La otra opción es la incineración. La cremación, por su parte, también ofrece algunas ventajas e inconvenientes, comparado con el entierro. Una de sus ventajas es la rapidez y practicidad ya que no requiere de ningún espacio para depositar los restos y tampoco exige gastos de mantenimiento de ningún tipo. Sin embargo, aquí también radica la desventaja, en tanto que la decisión sobre qué hacer con las cenizas queda del lado de los familiares o allegados. En muchos casos se coloca la urna en un nicho, tumba o columbario, lo que genera un coste. Aunque el coste del columbario es menor, también hay que tenerlo en cuenta.

Existen muchos lugares donde depositar la urna con las cenizas. Una opción son los columbarios, espacios al estilo de un nicho, pero de un tamaño mucho más reducido. Otra opción es depositar la urna en un nicho o tumba, igual que si depositáramos el ataúd con los restos mortales, pero ocupando menos espacio. Existen columbarios en múltiples ubicaciones, muchas veces en cementerios, pero también en iglesias y otros espacios reservados. Los columbarios suelen ser más económicos que los nichos porque requieren de mucho menos espacio.

Artículo publicado en Web Site Funos